Esperanza Zubieta Trives (1963-2022)
“Nieve en los tulipanes” de Tres piezas para piano solo (1994) (4’30”)
Miguel Ángel Samperio
Tocata nº1 “a Pedro Espinosa” (1983) (10’40”)
Emilio Otero Palacio (1951)
“Andante” de la Sonata para piano nº2 (2001) (5,10”)
Miguel Ángel Samperio
Tocata nº2 “Lanzarote” (1999) (12’15”)
Esteban Sanz Vélez (1960)
“Melodía”, “Marcha”, “Perpetuum mobile” y “Vals a Fran San Emeterio”
De Cuaderno de La carpintera poeta (2021) (7’30”)
El pianista nos propone un programa comentado que incluye las dos obras más importantes de Samperio para piano y una serie de composiciones de autores relacionados con nuestro compositor por ser alumnos o mantener una relación personal y estética. El programa supone un encuentro de diferentes tendencias compositivas propias de la literatura pianística de Cantabria. Tienen como nexo común la intensa expresividad y un profundo romanticismo que mantiene la percepción oyente como objetivo final de la escucha. Entre obra y obra, Francisco San Emeterio, incorporará explicaciones que permitan al público adentrarse y entender la música que va a escuchar.
Notas al programa.
Miguel Ángel Samperio (Santander, 1936- Las Palmas, 2000), el gran maestro de la mayoría de los músicos y de los profesores de primaria de hoy en día en la región, establece un nuevo cambio de estilo y de escuela en la composición cántabra del último tercio de siglo. Excelente pianista forjado en la música ligera y el jazz hace gala de una sólida formación técnica heredada de sus maestros Calés Otero en Madrid y Nadia Boulanger en París fundamentada en el dominio del contrapunto. Coetáneo de la ‘generación del 51’, mantuvo toda su vida una convicción estética tonal apartada de los postulados postweberianos en boga en el entorno compositivo de entonces. Jamás obvió al público como destinatario final de la música.
Samperio expone en una afirmación recogida en tres ocasiones su postura y elección estética:
Nunca olvido que ésta es época de crisis; por eso hago una música de síntesis de procedimientos, como un nuevo barroco. Ello me exige dominar todas las técnicas para poderlas combinar adecuadamente sin que el resultado sea un “pastiche” Ha pasado el tiempo de la música exclusivamente experimental dirigida a unos pocos iniciados. Hoy hay que llegar el gran público. Por eso no puedo, ni quiero, prescindir de lo tonal y de lo popular que en mi música se unen a lo expresionista, a lo experimental y vanguardista buscando una síntesis. Somos varios los compositores españoles que más o menos conscientemente seguimos este camino. Otros podrían hacerlo, pero no quieren; y hay bastantes – los más críticos con él- que no lo siguen porque no pueden, es decir, porque carecen de la técnica necesaria.
Para Revista Ritmo (junio de 1985) describe concretamente algunos de sus rasgos:
Entre mis procedimientos, se hallan acordes tradicionales, otros logrados por superposición de cuartas quintas, semitonos, clústeres y otras formaciones de difícil análisis. Pasajes tonales, politonales, atonales, seriales, experiencias tímbricas inéditas junto al timbre normal de los instrumentos; ritmos anisócronos (sic) al lado que otros casi obsesivos, fragmentos de música basada en escasos intervalos, seguidos de otros donde la interválica se varía conscientemente al máximo; momentos aleatorios dentro de estructuras clásicas.
Desde luego buscó su hueco, su lenguaje. Aquél que le permitiera expresarse como compositor y llegar al público. Encajarse en la creación a partir del conocimiento de todas las tendencias y del dominio de la técnica.
La Tocata nº1 (1983) “a Pedro Espinosa” de Samperio acerca la composición pianística de final de siglo hacia una amalgama de estéticas que engloba los procedimientos de vanguardia, la experimentación y la nueva síntesis. La propia obra, un tipo formal barroco, conjuga tradición con modernidad en una serie de variaciones y fuga a partir de la serie criptográfica de trece letras del nombre del pianista canario al que fue dedicada. Explota y combina de forma magistral diferentes medios atonales y expresionistas. La obra más “vanguardista” de Samperio despliega un código de actualidad que nunca renuncia a ser un mensaje capaz de conmover al oyente. Punto de inflexión del piano de la región, la Tocata nº1 se estrenaría en Salamanca en julio de 1984 por el propio maestro Espinosa y sería publicada en Santander, por la asociación de Compositores Españoles en 1993. Ha sido interpretada en numerosas ocasiones formando parte del repertorio habitual varios intérpretes.
La obra parte de la necesidad de plasmar un hallazgo. El contacto con Pedro Espinosa en los Ciclos para la Juventud para los que actuó en dos ocasiones, 1981 y 1983, y el compromiso con la música contemporánea en especial de la Escuela de Viena o Charles Ives inspiraron a Samperio para tentar una línea estilística que enlazaba sus preceptos con la actualidad compositiva. Si bien las obras anteriores muestran un trabajo de precisión técnica, faltaba por explotar la verdadera grandeza expresiva que se impone en su Concierto para violín o en su Misa polifónica cántabra.
Samperio era consciente de que alejarse de la tonalidad, o de las combinaciones de timbres que permitiría el empleo de varios instrumentos limita las posibilidades de construir una gran forma. Fusiona para ello cuatro tipos formales: tocata-intercalando recitados expresivos e de naturaleza improvisada- variaciones, rondó sonata -con sus tres exposiciones-, y fuga. La influencia del plan de las sonatas de Beethoven que estudió concienzudamente, le ofreció la llave para componer una gran obra para piano.
La primera sección alterna pasajes de improvisación y recitados en las trece letras del nombre del pianista sirven de pretexto temático para una sucesión de “variaciones de digitación”, como las define el propio autor. Samperio elabora diferencias sobre el tema mediante transporte, inversión o retrogradación como en procedimientos dodecafónicos, aunque siempre es reconocible el tema por el oyente –nuestro maestro cuestionaría siempre del dodecafonismo no tener en cuenta la referencia para la escucha debida a la atracción tonal-. Tras un episodio de transición, las estruendosas de octavas en la manera de la Dante de Liszt presentan el material virtuosístico de la primera gran variación. Continúa un periodo B en el que el expresionismo alcanza cotas de auténtica extenuación dramática en un interminable cromatismo atonal, de nuevo desarrollando los materiales armónicos de las Invenciones y Piezas breves. La segunda variación establece una bella atmósfera de triste calma con progresiones en la región aguda desde enfrentados tratamientos contrapuntísticos de retrogradación e inversión del motivo. La tercera variación nos sorprende con el Samperio más vanguardista, empleando el clúster como Ives en su Sonata Concord, aunque si el compositor norteamericano se vale para de una regla de madera, Samperio no añade elementos extra-pianísticos, recurriendo únicamente a la anatomía del intérprete que debe usar ambos antebrazos para poder alcanzar todos los sonidos. Acumulación tratada en su auténtico valor disonante y que supone el clímax de una tensión armónicamente desesperada. Podemos hablar de atonalidad, pero la expresión la determina la disonancia, de tal forma, como ocurre en la Misa polifónica, el clúster es en la Tocata el lugar de máximo conflicto, de dolor, de desgarro interno y de poder sonoro y virtuosístico. Una pequeña reexposición del inicio, como el que corresponde a la forma Rondó sonata que habíamos mencionado, conduce a la genial y diabólica fuga tonal sobre el tema de la obra. La vuelta al comienzo cierra el ciclo en un “perdendosi” que restablece el silencio inicial: un evanescente recuerdo del tema de los trece SIb que cierran la pieza y que silenciosamente abren la puerta de la contemporaneidad al piano de Cantabria.
La Tocata nº2 (1999) Lanzarote de Samperio señala el cambio de milenio y llama a la puerta del siglo XXI. De estructura muy similar a la Tocata nº1, aunque de mayor longitud, muestra una cara más serena. Se trata de una pieza evocadora, que canta y que añora, que mira al pasado, a la vida que Samperio tuvo. El azar temático lo determina la unión de palabras “GELANZAROTE”, esta vez de once letras, en homenaje a su esposa y como recuerdo de su reciente estancia de reposo en la isla. Según la propia distribución de Samperio a la ‘Z’ le correspondería la nota SI y no DO. Sin embargo, en esta ocasión incorpora la letra ‘W’ a la serie criptográfica. Es probable que las posibilidades del tema le hicieran imponer su gusto a las reglas de tipo racional que él mismo se había marcado y modificara voluntariamente sus juegos de aleatoreidad. Compuesta entre octubre y noviembre de 1999, fue estrenada en el auditorio de la Fundación Botín por Francisco San Emeterio (16.12.1999).
Siguiendo un orden de elementos muy similar a la anterior Tocata nº1, se desenvuelve una serie de variaciones en organización rapsódica sobre seis secciones. En el comienzo introduce por única vez en su música para piano solo elementos folclóricos: el Sorondongo, tonada con aire de jota popular de la isla Lanzarote. Una reducida transición desemboca hacia uno de los más exigentes pasajes, de nuevo con transformaciones interválicas sobre el motivo, octavas a distancia de sexta y alternas sobre progresiones del motivo inicial. Tras el recitado inicial y el ‘Sorondongo’ lanzaroteño, esta vez en el soprano, enlaza con otra variación en la que el bajo diseña, con las primeras cuatro notas, un ostinato que nos retrotrae a las Pieza breve nº1 y sobre el que se explaya una narrativa y extensa melodía. Otra pequeña reexposición del recitado inicial y de nuevo el ‘Sorondongo’ introduce otra variación en la que el que, sin salirse de la tonalidad, alterna y contrapone fragmentos del tema en apoyos armónicos que eviten la octava y que ya empleara en su Invención séptima y en la Cuarta pieza breve. Tras diversos pasajes de virtuosismo, y un logrado efecto de tres manos, vuelve la vista a la bellísima sonata para violín de Cesar Franck. Como en su Tocata nº1 retoma de manera concentrada el tema y plantea de nuevo una fuga tonal a tres voces, con incursiones atonales que desembocarán en un culmínate encuentro de las partes en un ‘clúster’. Previo al final, flirtea un guiño al Jazz de sus tiempos de pianista ligero, con acordes de séptima, novena y undécima y sobre los que se despliegan escalas y arpegios improvisados en la mano derecha. La Tocata concluye en una explosiva y espectral ‘Coda’ que recuerda inevitablemente a la fúnebre Sonata en Sib menor de Chopin. La obra finaliza con el estallido de la bomba de la guerra Civil justo en el instante de su nacimiento.
Casi como una premonición de lo que está ocurriendo en la composición en este comienzo del siglo afirmó Samperio “…para llegar a la idea creo que trascendente y que acabará con imponerse estoy seguro. Ahora se llama posmodernismo, nueva simplicidad, de la síntesis de los procedimientos…lo auténticamente vanguardista estriba en hacer conscientemente lo que se quiere en dominar la materia sonora para doblegar las propias necesidades y lograr una obra inédita…”.
Francisco San Emeterio Santos estudió en los conservatorios “Jesús de Monasterio” de Santander, “Liceo” de Barcelona y “Juan Crisóstomo de Arriaga” de Bilbao donde obtuvo los títulos superiores de piano y de música cámara con Premio de Honor en Música de Cámara y Mención de Honor en Acompañamiento.
Entre sus maestros destacan Estela Camenita, Nicolae y Luminita Duca, Sergei Yerokhin, Luz Pardo, Luis Ángel Martínez, Miguel Ángel Samperio y Eugen Indjic. Asiste además a cursos y recibe consejo de Roberto Bravo, Marta Gulyas, José Manuel Fernández, Luis Rego, Ricardo Requejo, Rita Wagner, Herbert Henck, Boris Berman, Pablo Zapico, Francisco Escoda, Emilio Otero y América Fernández Sagol. En la actualidad realiza estudios de órgano conn la profesora Miriam Cepeda.
Ha obtenido ocho galardones nacionales e internacionales, ofrecido recitales en festivales de España, Italia y Francia y actuado como solista de la Orquesta Filarmónica de Montecarlo, la Filarmónica de Transilvania, Concentus musicus y la Orquesta del Conservatorio de Santander. Ha tocado con la mayoría de intérpretes destacados de Cantabria y grabado dos CDs en vivo, el doble CD Clasicoscopio, el CD nº 3 de la Antología de compositores de Cantabria que edita la Fundación Marcelino Botín, y para TVE, Radio Cataluña, Tele 5 y Radio 2.
Interesado en la recuperación y difusión del patrimonio pianístico de Cantabria, ha estrenado obras de compositores de la región desde Jesús de Monasterio a Antonio Noguera, la Tocata Lanzarote y editado la totalidad de la obra para piano de Miguel Ángel Samperio. Recientemente finalizó el doble “Máster de Investigación e Interpretación Musical” de la Universidad Internacional de Valencia con premio extraordinario al mejor expediente.
Desde el año 2000 desarrolla su labor pedagógica como profesor del Conservatorio “Jesús de Monasterio” de Santander.